Mal comportamiento en niños pequeños

junio 14, 2020


Imagen de shutterstock.com


Creo que este confinamiento ha sido nuestra prueba de oro en cuanto a lo de ser padres se refiere, al menos para mí.

Antes de todo esto pensaba que mi manera de educar era completamente correcta, pero no del todo. Siempre he intentado mantener los nervios cuando mi hijo mayor me la montaba, al principio todo bien, pocas veces le he dado un pequeño azote en el culo o le he castigado sin algún juguete. 
En el confinamiento todo eso cambió.

El primer mes fue todo muy bien, hacíamos actividades del cole, otras que nos inventábamos nosotros para jugar. Le explicamos varias veces por qué no se podía salir, ir al cole o ver a la familia y lo entendió.

Según pasaban las semanas la cosa se iba tensionando, él tenía mucha energía que no podía quemar, se aburría de todas las actividades, juegos y de sus juguetes. Todo le parecía poco,  quería ir al parque a jugar.

Seguía pasando el tiempo y empezó a echar de menos a sus abuelos, tíos, etc. No comprendía por qué no podía verlos, él pensaba que era cosa nuestra. Su nerviosismo aumentaba y el mío también.

Empezó a portarse bastante mal. Yo dedicaba toda la mañana a recoger, limpiar, ect. y él después iba por cada habitación de la casa a destrozar absolutamente todo. Se reía, me retaba. 

En un comienzo tenía paciencia, pero cada vez menos. Así que no paraba de gritar y regañarle sin darle la oportunidad de arrepentirse e intentar buscar una solución por sí mismo. Mi estrés era tal que había ratos en los que lloraba, no sabía cómo enfrentarme a todo esto, tenía que buscar ayuda externa.

Ahí fue el momento de documentarme bien y actuar. Leí libros de crianza de pediatras y psicólogos, artículos y opiniones de mamis en la misma situación.

Cambié el chip y me puse manos a la obra. La tarea era difícil, pero no imposible. Me costó bastante estar serena y hacer lo correcto, pero gracias a la meditación conseguí estar más tranquila en esos momentos de tensión.

A día de hoy todo ha cambiado y no hace tanto tiempo de aquel terremoto de emociones. Yo soy más feliz y mis hijos también. Seguramente mis vecinos también lo sean, jajaja.
Estoy muy contenta de haber cambiado mi actitud ante este tipo de problemas y saber que soy mejor madre. 

Nadie nace sabiendo y los niños te ponen en un tipo de situaciones en las que no sabes cómo debes actuar y siempre recurrimos a nuestra propia infancia. Nuestros padres nos educaron lo mejor que pudieron, pero eso no significa que sea la mejor forma. Siempre se puede mejorar y de qué mejor manera que convirtiéndonos en los mejores padres que podamos ser, recurriendo a ayuda externa si lo necesitamos, siendo la mejor versión de nosotros mismos.

EMPECEMOS EL CAMBIO


Lo primero de todo es mantener la calma, ya que los niños suelen liarla bastante y lo primero que solemos hacer es gritar.

No hay que olvidar que los niños son niños y que ellos están en un constante aprendizaje y además harán cualquier cosa para atraer la atención de sus padres.

Ya sea por cosas buenas o malas, a ellos eso les da igual con tal de tener a sus papis bien cerquita. 


Respira profundamente y pregúntale por qué actúa de esa manera. Te contará su versión de la historia y cómo se siente.

Dale la oportunidad de rectificar y pensar lo que puede hacer para arreglar el lío que ha montado, ofrécete a ayudarle y dale a entender que sus sentimientos y su opinión importa. Si aún así no colabora, ahí es el momento de poner un límite.
 
Siempre hay que intentar en la manera de lo posible no gritar ni pegar aunque solo sea un azote. El castigo físico no sirve para nada, solo conseguirás frustración tanto para ti como para el niño. 

Todo esto es muy complicado, mantener la compostura, no perder los nervios. Busca algo que ayude a quitarte el estrés y la tensión acumulada para no explotar en ese instante. El yoga y la meditación puede ser la clave para ello.

En esos momentos hay que ponerse en el lugar del niño y pensar cómo te sentirías tú en esa situación. Los niños solo buscan tu afecto y atención, recuérdalo.




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