Historia perruna

julio 21, 2020

Hoy es el día de los perros y no veo mejor momento para hablaros de mis perris. Si te quedas, podrás conocer su historia.



Desde que era una niña me han encantado los animales, siempre he tenido mucha debilidad por ellos. Así que no es de extrañar que en el momento en el que viviera con mi pareja acabarían en mi vida.

Todo empezó el día 7 de septiembre del 2014. Ese es el día en el que adoptamos a Shiva. Llevaba varios meses con la idea de aumentar la familia. Me enteré de una asociación para animales llamada El Refugio, nos metimos en su página web y la vimos.

Concertamos una cita para conocerla y hacer la entrevista. Éste es un paso muy normal que suelen hacer en todos los refugios. Te conocen y averiguan si puedes darle una buena vida a ése animal.

En cuanto la ví me enamoré perdidamente. La cogí en mis brazos y la persona que nos atendió nos preguntó: ¿os la quedáis? y yo dije que por supuesto. Ya no podía dejarla, en tan solo un instante se convirtió en un miembro más de la familia.



 

 


Un año después volví a sentir las ganas de volver a adoptar. Podíamos darle una oportunidad a un perro y Shiva no se sentiría sola en los momentos que no podíamos estar en casa.
El 6 de abril de 2015 Nora llegó a nuestras vidas. A ella la adoptamos en un refugio situado en fuenlabrada llamado Nueva Vida. La vimos por primera vez en la página web y cuando fuimos a conocerla era más pequeña de lo que parecía. 




Nora junto a su madre y sus hermanos vivía en las calles de Sevilla sin un techo en el que cobijarse ni nada que llevarse al hocico. Esta asociación la rescató y así es como llegó a nosotros. Ella estaba con parásitos y tuvimos que seguir un tratamiento y tener cuidado con shiva para que no los cogiera. Pero eso no nos importaba, ella ya era miembro de nuestra pequeña-gran familia.

Tener animales es fantástico, pero no es oro todo lo que reluce. Si en algún momento te has planteado adoptar un animal, hazlo con cabeza. Es una responsabilidad muy grande y te pondrá a prueba en muchos momentos.

Los primeros días llorarán a altas horas de la noche porque no están acostumbrados a su nuevo hogar y querrán tu atención constantemente. Cuando empiecen con los dientes te morderán los muebles, las zapatillas y todo lo que pillen por medio. Si tienes varios y haces más caso a uno que a otro, tendrán celos y te la liarán. Si te vas de vacaciones, o te los llevas contigo o tendrás que buscar un buen sitio que sea de confianza para pasar unos días.

Antes de quedarme embarazada por primera vez ellas eran muy sociables con otros perros y llevarlas a pasear era una gozada, pero cuando me quedé todo cambió.

Cada vez que las sacaba y me cruzaba con algún perro se ponían tensas y no paraban de ladrar. Tenía que hacer mucha fuerza para controlarlas y cuando estaba de muchas semanas era incluso peligroso porque podía caerme y hacer daño al bebé.

Llegó el momento y Óliver vino al mundo. La actitud de las perras con el niño era y sigue siendo increíble. Se ponían al lado de él constantemente. Si lloraba eran las primeras en acudir. Le protegían tanto dentro como fuera de casa. El instinto de protección era inmensamente grande.

Los paseos eran cada vez más difíciles así que tomamos la decisión de adiestrarlas para poder llevar una vida más tranquila.

Cuando adiestras a un perro en realidad el que aprende y cambia de conducta eres tú. Te enseñan varias pautas a seguir para reconducirlas y cambiar su estado de ánimo, de alerta a tranquilas. Después de unos meses volvimos a la normalidad, pasearlas ya no era un suplicio y podíamos disfrutar todos del paseo.

Al quedarme embarazada por segunda vez la cosa volvió a cambiar. Otra vez estaban en estado de alerta, a ladrar a todo el que se cruzaba en su camino, etc.
En este momento la historia ha mejorado un poco, pero no te voy a engañar, tengo tan poco tiempo libre que me cuesta sacarlo cada día para volver al entrenamiento y reconducir otra vez su conducta.

Es algo que tengo pendiente y pienso hacer en breve. Debemos volver a tener una vida lo más tranquila posible.

Como ves tener animales en casa no es moco de pavo. Requiere de mucho esfuerzo y tiempo para dedicarles. Pero también te diré que el amor que dan es totalmente incondicional. Son dos miembros de mi gran familia. Me dan algunos dolores de cabeza, pero las quiero con el corazón. 






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